Los espacios públicos que se están construyendo en la capital panameña están ayudando a "democratizar" la ciudad, una de las más desiguales de la región, en la que se mezclan lujosas torres de 70 pisos con chozas sin agua corriente, dijo hoy a Efe la vicealcaldesa capitalina, Raisa Banfield.
"La ciudad ha cambiado mucho en las últimas décadas, los lotes baldíos se convirtieron en malls (centros comerciales), las casas bajas en rascacielos, los humedales en urbanizaciones de lujo, pero no hubo una verdadera transformación hacia lo público. Se construyeron edificios pero no espacios para los ciudadanos", explicó Banfield, quien antes de asumir la vicealcaldía en 2014 era una conocida activista medioambiental.
Los panameños, apuntó, estaban acostumbrados a vivir en una ciudad agresiva, convulsa, sin parques, sin aceras, una urbe ideada por y para los automóviles donde caminar era casi una actividad de riesgo.
"Hemos tenido un municipio muy debilitado, que se ha limitado en los últimos años a entregar placas, limpiar parques y dar permisos de fiestas. La ciudad estaba en manos de nadie", lamentó.
Una situación que cambió en 2015 cuando la actual Alcaldía puso en marcha un ambicioso proyecto de revitalización urbana que consiste principalmente en el soterramiento de cables y la construcción de casi 6 kilómetros de aceras en el centro de la ciudad.
El proyecto, que aún no ha terminado y que se licitó por cerca de 100 millones de dólares, ha conseguido lo que a apriori parecía imposible: hacer mínimamente habitable la capital panameña.
"Esta Alcaldía lo que ha hecho es evidenciar que lo público es de todos, no como hasta ahora, que no era de nadie", reconoció.
Durante la entrevista con Efe, Banfield recordó además uno de los episodios que más le han "impactado" en los últimos tiempos y que tuvo lugar hace apenas un mes y medio, a los pocos días de que se inaugurasen las luces de Navidad en el recién renovado Parque Urracá, ubicado en el acaudalado barrio de Bella Vista.
Una mañana, indicó, coincidieron en el mismo parque una familia indígena de la etnia guna que había venido desde la comarca para ver los adornos navideños con unos ejecutivos vestidos con traje y corbata que estaban almorzando al aire libre en una de las mesas nuevas, "como en cualquier parque de Nueva York o Medellín".
Esa imagen, apuntó, "desmitificada" dos ideas muy extendidas entre los panameños: que la mayoría de la gente no usa los parques porque Panamá es un país muy caluroso y que los pocos que sí acuden a ellos son los vecinos de alrededor.
"La gente ahora entiende que los ciudadanos tenemos derecho a disfrutar de los parques. Los parques públicos son la mayor expresión de democracia urbana, no son los malls (centros comerciales), que no nos engañen", aseguró.
Banfield, bisnieta de un esclavo barbadense que llegó a Panamá para la construcción del Canal interoceánico, dijo además que no descarta presentarse a alcaldesa en las elecciones de 2019 si su jefe y actual corregidor, José Blandón, da un paso adelante y opta a la presidencia del país.
"Las personas no somos imprescindibles, pero creo que nuestro proyecto sí lo es y por eso necesitamos 5 años más", declaró.
La antigua activista medioambiental, quien es además la mujer afrodescendiente con mayor rango del país, reconoció que una de las tareas que le queda pendiente es la creación de un parque nacional que abarque todos los manglares que rodean a la capital panameña.
"Pocos países tienen la posibilidad de tener un parque de manglares integrado al desarrollo urbano. Los manglares sirven de protección tanto a ricos como a pobres. Una ciudad a nivel del mar como Panamá necesita esos humedades como barrera contra al viento, la elevación del nivel del mar y las crecidas de río", concluyó. EFE
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