El acceso al trabajo
de los educadores y educadoras sociales a los centros penitenciarios es un hito
al que todavía no hemos llegado. Antiguamente, no existían estos y estas profesionales
debido a la inexistencia de la titulación, por lo tanto, esta figura la
realizaba el funcionario de vigilancia acreditando un título en el ámbito de
las ciencias humanas y haciendo un curso de capacitación.
A
pesar de los cambios que se han producido en la actualidad con la incorporación
del grado de educación social, el acceso a este puesto de trabajo sigue
teniendo el mismo proceso de admisión. Esto ha ocasionado que el educador y
educadora social no se valore a sí mismo, no sea valorado por los compañeros de
trabajo y la Institución Penitenciaria, lo cuales los ven como unos y unas
profesionales destinados a tareas burocráticas discriminando la propia
profesión.
En la actualidad existen miles de titulados y tituladas universitarios en educación social que estarían completamente cualificados para desempeñar este puesto trabajo. La institución penitenciaria parece que está más interesada en realizar acciones socioeducativas que dependan de la buena voluntad de las personas que de la profesionalidad, por lo que es necesario cambiar este proceso de acceso.
En los centros penitenciarios es necesario también cambiar la mentalidad en el término educación. Actualmente estas instituciones son un medio de castigo y de aislamiento social, pero es necesario contemplarlas como un proceso educativo donde los presos tomen conciencia de la ciudadanía a través de acciones convivenciales y pacíficas en sus relaciones con los demás. Estos procesos educativos estarán encaminados al desarrollo integral de la persona.
Desde
este punto de vista podemos citar a Valderrama donde nos expone algunas
actuaciones que se pueden trabajar en las prisiones para el desarrollo de la
ciudadanía. Algunas de éstas son:
- El tratamiento penitenciario debería insertarse en un enfoque de dinamización sociocultural del medio y no a la inversa.
- En el Reglamento Penitenciario existen estructuras de participación que normalmente las comisiones de personas presas que pueden ser un punto de partida para trabajar la participación activa y responsable.
En
nuestra opinión, la educación social es una profesión muy desprestigiada en
muchos aspectos de la sociedad y es necesario un cambio tanto a nivel social
como político. La sociedad tiene que insistir en la necesidad de la
incorporación de estos profesionales para el correcto desarrollo de la
comunidad. Por último, la política debe resolver estas situaciones creando
leyes que incluyan a estos profesionales en el trabajo laboral que les corresponde,
por lo tanto, hay que luchar por la aprobación de LA LEY DE REGULACION DE LA
EDUCACIÓN SOCIAL.
Solbes, V. M. (2016). Si nada cambia, todo continua igual. La educación social y sus ausencias en el ámbito penitenciario. Revista de educación social(22), 11-27.
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